Hoy por casualidad he encontrado en mi trastero de archivos electrónicos (llámese harddisk externo) una oración que justamente habla de la solemnidad que celebramos ayer. Aunque no me gusta poner muchas entradas seguidas en el blog, pero por una vez haremos excepción, porque es una fiesta que aún está calentita y así podéis disfrutar de la oración antes de que se enfríe:
Señor me parece extraño darte nombre de rey. No es fácil acercarse a un rey… Mientras que hoy veo que estás sentado a mi lado, en el hoyo de mi pecado, aquí donde nunca hubiera pensado encontrarte. Los reyes están en los palacios, lejos de las vicisitudes de la pobre gente. Tú, por el contrario, vives tu señoría vistiendo trapos consumidos por nuestra pobreza. ¡Qué fiesta para mí verte aquí donde me he ido a esconder para no sentir sobre mí las miradas indiscretas del juicio humano! Al borde de mis fracasos ¿a quién he encontrado de no ser a ti? El único que podría reprocharme mis incoherencias me viene a buscar para sostener mi angustia y mi humillación.
¡Cuánta ilusión cuando pensamos en tener que ir a ti sólo cuando hemos alcanzado la perfección! Se me ocurriría pensar que a ti no te gusta lo que soy, pero quizás no es exactamente así: a mí no me gusta como soy, pero a ti te gusto de cualquier manera, porque tu amor es algo especial que respeta todo de mí y hace de todos mis instantes, un espacio de encuentro y de don. ¡Señor, enséñame a no bajar de la cruz con la pretensión absurda de salvarme a mí mismo! Hazme la gracia de saber esperar, a tu lado, el hoy de tu Reino en mi vida.
2 comentarios:
Muchas gracias por esta oración. Es un gran consuelo saber que Dios nos ama, aunque a menudo somos pecadores tercos y a veces nos desencantamos a cuenta de nuestros defectos. El mismo tema fue mencionado en la carta de Papa BXVI a los seminaristas. ¡Qué tema tan edificante! Las fuerzas necesarias para superarse vienen de Dios, no de su mismo.
¡Gracias de nuevo!
Lo siento. Quería decir que las fuerzas necesarias vienen de Dios, no de nosotros.
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