domingo, 28 de noviembre de 2010

Los signos de los tiempos


Así se titula  la primera parte del famoso libro - entrevista al Papa B16 Luz del mundo, y que estoy leyendo con entusiasmo estos días, aunque hay cosas interesantes, otras no lo son tanto, pero ya habrá tiempo para hacer una valoración del libro más adelante. Hoy sólo os quiero adjuntar un comentario del evangelio de este domingo, del famoso teólogo español Pagola, y que leí por casualidad, ya que recibo muchos correos de comentarios bíblicos, pero la mayoría se quedan en el correo sin poder leerlos. En fin, creo que ayuda a entender el texto que la Iglesia nos propone hoy, y que en principio es un poco difícil de entender. Recibid un fuerte abrazo.

Los evangelios han recogido de diversas formas la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.
Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".
Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?
La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?
Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?
Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?
         Benedicto XVI viene insistiendo en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión     , la de cada uno.

José Antonio Pagola

viernes, 26 de noviembre de 2010

Consagrados deben ser "Evangelio vivo" que responda al mundo


Solamente os dejo una noticia que acabo de leer, personalmente me ha gustado mucho, disfrutadla: 

En su discurso a los participantes de la Asamblea General de la Unión de los Superiores Generales (USG) y de la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISG), el Papa Benedicto XVI señaló hoy que los consagrados y consagradas tienen que ser "un Evangelio vivo" para responder así a los desafíos de la sociedad y lograr la contribución que les es propia en la Iglesia.
"La renovación profunda de la vida consagrada parte de la centralidad de la Palabra de Dios, y más concretamente del Evangelio, regla suprema para todos vosotros", dijo el Santo Padre esta mañana.
Seguidamente Benedicto XVI subrayó que "el Evangelio vivido todos los días es el elemento que da encanto y belleza a la vida consagrada y os presenta ante el mundo como una alternativa fiable. De esto tiene necesidad la sociedad actual, esto espera la Iglesia de vosotros: ser un Evangelio vivo".
Refiriéndose a "otro aspecto fundamental de la vida consagrada: la fraternidad", el Papa indicó que "la vida fraterna es uno de los aspectos que más buscan los jóvenes cuando se acercan a vuestra vida; es un elemento profético importante que ofrecéis en una sociedad muy individualista".
En este sentido señaló que "es necesario un discernimiento serio y constante para escuchar lo que el Espíritu dice a la comunidad, para reconocer lo que es del Señor y lo que es contrario a El. Sin discernimiento, acompañado por la oración y la reflexión, la vida consagrada corre el peligro de acomodarse en los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo, el materialismo; criterios que debilitan la fraternidad y hacen que la misma vida consagrada pierda su encanto".
El Santo Padre destacó otro elemento: la misión. "Forma parte de vuestra identidad, os impulsa a llevar el Evangelio a todos, sin límites. La misión, apoyada por una fuerte experiencia de Dios, por una formación sólida y por la vida fraterna en comunidad es una clave para la comprensión y la revitalización de la vida consagrada. Renovad vuestra presencia en los areópagos actuales para anunciar, como hizo San Pablo en Atenas, al Dios ‘desconocido’".
Hablando del problema de la reducción de los consagrados, especialmente en Europa, el Papa dijo que "las dificultades no deben hacernos olvidar que la vida consagrada tiene su origen en el Señor, porque la ha querido para la construcción y la santidad de su Iglesia, y por lo tanto la Iglesia nunca quedará privada de ella".
Finalmente Benedicto XVI alentó a "caminar en la fe y en la esperanza" y pidió "un compromiso renovado en la pastoral vocacional y en la formación inicial y permanente".

VATICANO, 26 Nov. 10 / 09:48 am (ACI)
 

jueves, 25 de noviembre de 2010

CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS SEMINARISTAS (II)


Publico la segunda entrega de la carta del Papa a los seminaristas, disfrutadla: 
5. El tiempo en el seminario es también, y sobre todo, tiempo de estudio. La fe cristiana tiene una dimensión racional e intelectual esencial. “Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 P 3,15). Una de las tareas principales de los años de seminario es capacitaros para dar dichas razones. Os ruego encarecidamente: Estudiad con tesón. Desde luego no se trata solamente de aprender las cosas meramente prácticas, sino de conocer y comprender la estructura interna de la fe en su totalidad, de manera que se convierta en una respuesta a las preguntas de los hombres. Amad el estudio de la teología y continuadlo con especial sensibilidad, para anclar la teología en la comunidad viva de la Iglesia.

6. Los años de seminario deben ser también un periodo de maduración humana. Es importante que haya conseguido un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y que sea humanamente “íntegro".
En este contexto, se sitúa también la integración de la sexualidad en el conjunto de la personalidad. La sexualidad es un don del Creador, pero también una tarea que tiene que ver con el desarrollo del ser humano. Cuando no se integra en la persona, la sexualidad se convierte en algo banal y destructivo.

7. En la actualidad, los comienzos de la vocación sacerdotal son más variados y diversos que en el pasado. Los candidatos al sacerdocio proceden con frecuencia de ámbitos espirituales completamente diversos, por eso, el seminario es importante como comunidad en camino por encima de las diversas formas de espiritualidad. Los movimientos son una cosa magnífica. Sabéis bien cuánto los aprecio y quiero como don del Espíritu Santo a la Iglesia. Sin embargo, se han de valorar según su apertura a la común realidad católica, a la vida de la única y común Iglesia de Cristo, que en su diversidad es, en definitiva, una sola.
Ser escuela de tolerancia, más aún, de aceptarse y comprenderse en la unidad del Cuerpo de Cristo, es otro elemento importante de los años de seminario.

Vaticano, 18 de octubre de 2010, Fiesta de San Lucas, evangelista.
Vuestro en el Señor
BENEDICTUS PP. XVI

lunes, 22 de noviembre de 2010

Oración a Cristo Rey


Hola a tod@s:

Hoy por casualidad he encontrado en mi trastero de archivos electrónicos (llámese harddisk externo) una oración que justamente habla de la solemnidad que celebramos ayer. Aunque no me gusta poner muchas entradas seguidas en el blog, pero por una vez haremos excepción, porque es una fiesta que aún está calentita y así podéis disfrutar de la oración antes de que se enfríe:


Señor me parece extraño darte nombre de rey. No es fácil acercarse a un rey… Mientras que hoy veo que estás sentado a mi lado, en el hoyo de mi pecado, aquí donde nunca hubiera pensado encontrarte. Los reyes están en los palacios, lejos de las vicisitudes de la pobre gente. Tú, por el contrario, vives tu señoría vistiendo trapos consumidos por nuestra pobreza. ¡Qué fiesta para mí verte aquí  donde me he ido a esconder para no sentir sobre mí las miradas indiscretas del juicio humano! Al borde de mis fracasos ¿a quién he encontrado de no ser a ti? El único que podría reprocharme mis incoherencias me viene a buscar para sostener mi angustia y mi humillación.
¡Cuánta ilusión cuando pensamos en tener que ir a ti sólo cuando hemos alcanzado la perfección! Se me ocurriría pensar que a ti no te gusta lo que soy, pero quizás no es exactamente así: a mí no me gusta como soy, pero a ti te gusto de cualquier manera, porque tu amor es algo especial que respeta todo de mí y hace de todos mis instantes, un espacio de encuentro y de don. ¡Señor, enséñame a no bajar de la cruz con la pretensión absurda de salvarme a mí mismo! Hazme la gracia de saber esperar, a tu lado, el hoy de tu Reino en mi vida.

domingo, 21 de noviembre de 2010

CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS SEMINARISTAS (I)

El 18 de octubre,fiesta de San Lucas evangelista, el Papa B16, dirigió una breve pero magnífica carta a todos los seminaristas. En dos pequeñas entregas destaco las ideas que personalmente creo que son más importantes:

Ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una “profesión” con futuro, sino que pertenece más bien al pasado. Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, seguirán teniendo necesidad de Dios.
Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre.
El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal. Con esta carta quisiera poner de relieve algunos elementos importantes:
1. Quien quiera ser sacerdote debe ser sobre todo un “hombre de Dios”.
Lo más importante en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, es la relación personal con Dios en Jesucristo. Es el mensajero de Dios entre los hombres. Quiere llevarlos a Dios, y que así crezca la comunión entre ellos, es tan importante que aprendáis a vivir en contacto permanente con Dios. Cuando el Señor dice: “Orad en todo momento”, nos está pidiendo que nunca perdamos el trato interior con Dios. Por esto es importante que el día se inicie y concluya con la oración. 
Así nos hacemos más sensibles a nuestros errores y aprendemos a esforzarnos por mejorar; pero, además, nos hacemos más sensibles a todo lo hermoso y bueno que recibimos y crece nuestra gratitud.
2. La Eucaristía es el centro de nuestra relación con Dios y de la configuración de nuestra vida. Celebrarla con participación interior y encontrar de esta manera a Cristo en persona, debe ser el centro de cada una de nuestras jornadas. En la petición del Padrenuestro pedimos, por tanto, que Él nos dé cada día este pan “nuestro”; que éste sea siempre el alimento de nuestra vida. Para celebrar bien la Eucaristía, es necesario también que aprendamos a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia en su expresión concreta. En la liturgia rezamos con los fieles de todos los tiempos. 
3. El sacramento de la Penitencia. Me enseña a mirarme con los ojos de Dios, y me obliga a ser honesto conmigo mismo. Me lleva a la humildad. Aunque tengamos que combatir continuamente los mismos errores, es importante luchar contra el ofuscamiento del alma y la indiferencia que se resigna ante el hecho de que somos así. Cuando recibo el perdón, aprendo también a perdonar a los demás. Reconociendo mi miseria, llego también a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.
4. Sabed apreciar también la piedad popular, que es diferente en las diversas culturas, pero que a fin de cuentas es también muy parecida. Es cierto que la piedad popular puede derivar hacia lo irracional y quizás también quedarse en lo externo. Sin embargo, excluirla es completamente erróneo. A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres. Por eso, la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia. Ciertamente, la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro.
 

jueves, 18 de noviembre de 2010

¿Qué es una madre? (Marcelino pan y vino)


Aquí os dejo un fragmento de la película Marcelino pan y vino, que seguramente ya conocéis de sobra, porque es muy conocido, pero una de las cosas que aprendí de mi maestro en Salamanca, es que nunca debo dar por supuesto que la gente sabe las cosas, mejor es repetirlas que dejar al hombre en la ignorancia. Así que disfrutad de esta definición de una  madre, y no añado nada porque sería estropearla. Disfrutad del vídeo:


martes, 16 de noviembre de 2010

El Papa dedica la Sagrada Familia

No me había olvidado, el Papa también visitó Barcelona en su corta visita a mi país. No quiero cansar mucho con este tema de la visita del Papa, así que con esta entrada cierro el ciclo de la visita papal a España. He resumido solamente la homilía de la misa por la dedicación de la  Sagrada Familia. Recibid un fraternal abrazo:

Gaudí hizo algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo.

Hemos dedicado este espacio sagrado a Dios, que se nos ha revelado y entregado en Cristo para ser definitivamente Dios con los hombres. La Palabra revelada, la humanidad de Cristo y su Iglesia son las tres expresiones máximas de su manifestación y entrega a los hombres. El Señor Jesús es la piedra que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato.
Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma.
 Al consagrar el altar de este templo, considerando a Cristo como su fundamento, estamos presentando ante el mundo a Dios que es amigo de los hombres e invitando a los hombres a ser amigos de Dios. Si el hombre deja entrar a Dios en su vida y en su mundo, si deja que Cristo viva en su corazón, no se arrepentirá, sino que experimentará la alegría de compartir su misma vida siendo objeto de su amor infinito.
 Las condiciones de la vida han cambiado mucho y con ellas se ha avanzado enormemente en ámbitos técnicos, sociales y culturales. No podemos contentarnos con estos progresos. Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural. Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar.


viernes, 12 de noviembre de 2010

Vivir para siempre

(Ver vídeo primero) Hace unos días, por el  Facebook, descubrí el trailer de esta película española. Parece que sea una película hermosa, y espero poderla ver por aquí en Italia, a ver si la traducen,y ya me diréis si la habéis visto que tal os parece. Quisiera comentar brevemente lo que me ha suscitado el título de la película, ya que no puedo juzgarla sin verla. 
"Vivir para siempre", es un deseo, que aunque ilógico porque la realidad nos muestra lo contrario todos los días, todo hombre tiene en lo más profundo de su ser. Qué fácil sería un mundo feliz, sin sufrimiento, sin dolor, sin muerte ... ¿verdad? Pues no, no lo creo. Yo soy el primero que no quiero que aparezca el mal en mi vida, y de hecho es una cosa inexplicable, es un misterio, pero como seres humanos que somos, tenemos nuestra finitud, nuestra limitación, por ser seres vivos, y este mal no proviene de Dios,como se dice en el trailer, no creo en un Dios juez que castiga los malos y beneficia a los buenos, eso es un pensamiento superado  desde hace mucho tiempo, pero si creo en ese Dios que se hizo carne por nosotros, y que murió en la cruz por nosotros, y sufrió el dolor igual que nosotros, y que nuestro sufrimiento, si nos unimos al sufrimiento de la cruz, es un "dulce" sufrimiento. 

Ante el problema del dolor, el sufrimiento, la muerte, el mal,... no hay razón lógica, no hay nada que  ante estos problemas nos dé una solución,y todo lo que nos ofrece el mundo (en cierto modo reflejado en el trailer, cosas que creemos que nos dan la felicidad) no nos responde, la respuesta está en  la necedad de la cruz, y sólo unidos con Él, nuestro salvador, podremos llevar nuestra vidas adelante en los momentos difíciles de la vida. Este tema del problema del mal daría para muchas entradas, pero sólo quería ofreceros el trailer de la película, disfrutadla si tenéis ocasión de verla.




miércoles, 10 de noviembre de 2010

Papa Benedicto XVI visita Santiago de Compostela (II)

Resumen homilía de la misa
En el punto de partida de todo lo que el cristianismo ha sido y sigue siendo no se halla una gesta o un proyecto humano, sino Dios, que declara a Jesús justo y santo. A nosotros, queridos hermanos, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos.   

El Evangelio que acabamos de escuchar, invitan a vivir desde la humildad de Cristo que, siguiendo en todo la voluntad del Padre, ha venido para servir, «para dar su vida en rescate por muchos» (Mt 20,28). Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser. 

A todo hombre que hace silencio en su interior y pone distancia a las apetencias, deseos y quehaceres inmediatos, al hombre que ora, Dios le alumbra para que le encuentre y para que reconozca a Cristo. Quien peregrina a Santiago, en el fondo, lo hace para encontrarse sobre todo con Dios que, reflejado en la majestad de Cristo, lo acoge y bendice al llegar al Pórtico de la Gloria.

¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana? ¿Cómo lo más determinante de ella puede ser recluido en la mera intimidad o remitido a la penumbra? Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla? Por eso, es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa.