lunes, 27 de abril de 2009

Un pequeño avanze



En principio quería continuar con los desafíos de un carmelita, pero estoy cansado físicamente y psicológicamente, y no encuentro el tiempo suficiente para concentrarme en escribir. He tenido que hacer muchas cosas estos días, entre ellas, el asistir a la canonización de un carmelita, pero de ello ya se ha hablado suficiente en otros blogs.

Hoy sólo quiero adjuntaros un articulo salido en el diario "el mundo", y que realmente me alegra mucho, porque he podido ver con mis propios ojos esa situación, aunque sin verla con toda su dureza, pero se intuye, El pueblo haitiano es un pueblo masacrado, es la nación más pobre de latino-américa, y una forma de subsistir es ir a casa de sus vecinos, los dominicanos (que tampoco es que sea una maravilla), y allí sufren el menosprecio de sus vecinos (al igual que los españoles menospreciamos a nuestros vecinos pobres). Sería una maravilla, aprovechando que los carmelitas ya estamos en la isla, dar el salto a Haití, y trabajar allí entre los más pobres, aunque ya sé que no es el momento más fácil por falta de vocaciones, pero sería una apuesta fuerte. Bueno que me enrollo, lo dicho, os dejo el artículo. Un beso fuerte para todos.

LA ESCLAVITUD sigue siendo una vergonzosa realidad en el siglo XXI. Según estimaciones de la ONU, más de 27 millones de seres humanos, muchos de ellos niños, la padecen, sometidos a explotación laboral y sexual. Pero lo más indignante es que todavía hay países -y democráticos- donde la esclavitud no está perseguida por la Ley. Hasta hace sólo unos días, éste era el caso de República Dominicana, cuyo Parlamento acaba de aprobar su abolición a través de una enmienda constitucional. La histórica medida sólo se ha producido después de muchos años de denuncias y de la lucha de personas como el cura español Christopher Hartley Sartorius, quien, tras un incansable combate contra esta lacra, tuvo que abandonar el país porque su vida corría peligro. Enorme orgullo nos produce el hecho de que uno de nuestros reportajes, publicado en Crónica hace más de seis años, sirviera para sacar a la luz las condiciones infrahumanas de miles de esclavos en los campos de cultivo de azúcar dominicanos. De aquel artículo se hicieron eco la prensa y numerosas organizaciones internacionales, que han presionado al Gobierno de Santo Domingo hasta lograr ahora la abolición de la trata humana. Esta semana, un periodista de Crónica ha vuelto a esas plantaciones donde se dejan la vida personas que trabajan, de sol a sol, cortando cañas de azúcar, a cambio de sólo dos euros por tonelada y de no pocos golpes de los capataces. La mayoría de los braceros son haitianos que cruzan la frontera, y que, al carecer de documentación, caen fácilmente en las redes de terratenientes sin escrúpulos. Cabe esperar que estas prácticas sean erradicadas de inmediato en Santo Domingo, a donde, paradójicamente, acuden millones de turistas para disfrutar de sus playas. Pero aún falta mucho para extirpar la esclavitud del planeta, y mientras no se consiga, la Humanidad entera seguirá enlodada.

1 comentario:

Cathy Brown dijo...

que hermosas fotos,hermosa gente muy linda tu mision,te felicito besos a todos