martes, 25 de noviembre de 2008

Idem (3)

Esta muy bien hablar de como está la sociedad que nos rodeá, pero yo ¿cómo estoy? ¿Dónde me encuentro? ¿Vivo adecuadamente la opción de vida que he elegido? Son preguntas que me hago a menudo, y que no son siempre fáciles de contestar.

Está claro que estoy viviendo una época de metamorfosis, aunque sé que toda la vida es una metamorfosis, en los últimos años ésta ha sido más acusada, en los ultimos años han cambiado muchas cosas en mi vida, ya no soy el mismo que hace 3 años cuando entré en el Carmelo. Pero, ¿soy feliz? Es la eterna pregunta, pero ahora puedo responder con seguridad que sí, lo soy.

Sí, feliz pero también preocupado. Preocupado porque hay algo en mi interior que se está moviendo. Es una sensación parecida a la que tuve cuando me sentí llamado a la vida religiosa. Siento que no soy coherente con el estilo de vida que he elegido, hay cosas que fallan. ¿soy realmente pobre, casto, obediente?

Pobreza, quizá el voto que más me preocupa. No sé si la vivo, pero creo que no. No me falta de nada, es más, tengo muchos lujos personales, sino que se lo pregunten a alguno de los que vienen a recoger el desayuno todos los días debajo de mi casa (ordenador, 3 comidas aseguradas diariamente, el armario lleno de ropa,...)

Realmente, ¿soy un testimonio ante una sociedad consumista? O por lo contrario, ¿estoy inmerso dentro de la rueda del consumismo? Más bien la 2ª opción, soy un consumista nato, donde no aprecio lo suficiente el valor de las cosas que se usan y se tiran a una velocidad estremecedora. ¿Que pobreza estoy viviendo? ¿Cómo puedo vivirla dentro de la Orden?

No lo sé, ya digo que estoy madurando en este aspecto, quizá pueda vivirla en la orden, quizá en un futuro escogeré otro camino, quizá nunca saldré de la rueda del consumismo. Estoy en un mar de dudas existenciales.

No me convence el discurso que se dice muchas veces: "somos pobres porque nada nos pertenece, es todo comunitario" ¿Y dónde está nuestra pobreza comunitaria? ¿No somos una orden mendicante? ¿No es lícito tener un millón de euros en el banco, por ejemplo?¿Dónde está la providencia? ¿Sabemos donde invierte el banco nuestro dinero (sabiendo que muchos de ellos invierten en el mundo de la armas)?

Pero claro, si un día estamos sin internet, o sin luz, o peor todavía, sin el plato de la comida en la mesa, ¿no nos cabrearíamos? No sé, pero si faltara el Santísimo en nuestras capillas, el cabreo no sería de las mismas dimensiones, de hecho creo que pasaría tiempo desapercibido.

Vivimos igual o mejor que una familia media, con casas grandes, internet, cocinera, mujer de la limpieza, canal satélite,... Creo que estamos viviendo una crisis de vivencia de los votos. (La 3ª crisis). Otro día hablo de los otros dos votos.

Un fuerte abrazo.

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