(Síntesis de un texto recién leído)
Preguntados
los españoles,
una gran
mayoría no
parece estar
muy conforme
con lo
que se
viene llamando
“la clase
política”.
Pero si
reflexionamos con
sensatez, tendremos
que aceptar
que nuestros
políticos no
son extraterrestres
llegados en
naves espaciales
a esta
sufrida España. Nuestros
políticos son
españoles salidos
de la
masa de
los ciudadanos
españoles; por
tanto, habrá
que analizar
por qué
los españoles
somos como
somos y
por qué
nos comportamos,
llegada la
ocasión y
sálvese quien
pueda, como
se comportan
esos políticos
que criticamos
y seguro
que con
razón.
Lo
primero: el
ansia de
hacerse ricos,
en cantidad
y con
permanente seguridad
en cuanto
se roza,
por poco
que sea,
el poder
político: lo
mismo desde
concejal de
ayuntamiento que
de ministro,
pasando por
todos los
escalones superiores
o inferiores
o intermedios
que queramos
imaginar en
el entramado
del poder.
Esa ansia
de riqueza,
de hacerse
ricos, seguro
que es
consecuencia de
un desafío
de pobreza
que nuestra
tierra padece, tanto
por su
clima como
por conformación
física.
Nos
enfrentamos a
una agricultura
seca, seca
o atormentada
con diluvios
puntuales, que
disuaden a
muchos de
ser agricultores
atormentados por
mercados que
dominan las
multinacionales. No
acabamos de
comprender el
drama que
suponen nuestros
ríos, secos
con el
estiaje. Nuestra geografía,
atravesada tan
ásperamente por
cordilleras que
no unen
sino que
dividen. Esas divisiones
del terreno
han creado
mentalidad de
tribu, de
ser enemigos
de los
del otro
lado, aparte
de luchar
por el
agua o
por la
escasa tierra
que pueda
ser del
uno o
del otro.
La mentalidad
de división
y de
lucha por
la vida
contra “los
otros” ahí
está.
Pero
quizá el
toque radical
y definitivo
de nuestros
males esté
en nuestra
pavorosa falta
de cultura,
sálvese quien
pueda, diremos
de nuevo.
Es el
reconocimiento profundo
y activo
de toda
la trayectoria
en la
aventura del
fenómeno humano;
significa conocer
la historia
y lo
que cada
civilización ha
supuesto, de
bueno y
de malo,
en ese
proceso de
la marcha
y evolución
del hecho
humano.
Reconocer
la tarea
incesante en
la búsqueda
de la
verdad y
en el
hallazgo, por
la mente
humana, de
lo que
sea la
realidad del
cosmos y
del ser
en la
sabiduría griega.
Y también
reconocer el
valor de
la autoridad
organizada y
la búsqueda
de lo
mejor para
la sociedad,
en la
ley romana.
La cultura es reconocer lo que a través de los
siglos, han pensado y sentido con dolor y esperanza los mejores
europeos, los mejores españoles. ¿Soluciones? Trabajar para
comunicar honda cultura a nuestro pueblo: la trascendencia espiritual
que comienza en Israel, la búsqueda científica de aquella Grecia,
el respeto al orden organizador de aquella Roma. Amor sobrenatural y
natural a nuestro pueblo.