Oh vida humana frágil y mortal,
cuántas criaturas has engañado,
cuántas has seducido, cuántas has cegado.
Tú, que mientras escapas, no eres nada,
mientras pareces tener consistencia, eres una sombra,
y mientras eres exaltada no eres más que humo;
tú que todos los días escapas y todos los días vuelves;
tú que huyes mientras vuelves y vuelves escabulléndote [...]
Tú, o vida mortal, no eres más que un camino,
una nube o una apariencia fugaz e inconsistente,
incierta y leve sombra
similar a un sueño.
La ves y no la ves,
es y no es,
aprovecha el momento presente, por cuanto dura,
aferra lo que es,
y observa que es nada.
(San Colombano, Instrucción V-VI)
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