sábado, 13 de diciembre de 2008

Los otros 2



"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según Tu Palabra" Esta frase de la virgen, que escuchamos muy a menudo en este tiempo de adviento, me viene al pelo para hablar de un tema que tenía pendiente, los otros dos votos de la vida religiosa, la obediencia y la castidad. (Creo que tengo muchos temas pendientes, tendré que revisar lo que he escrito y anotarlos)

La obediencia. ¿Dónde está la obediencia? Se preguntan muchos provinciales hoy en día, están cansados de buscarla (lo sé, chiste fácil, "en el fondo del mar, matarile....") Parece que resulta difícil encontrar hermanos dispuestos a todo, y para todo, aunque los hay.

Es fácil obedecer si esta obediencia entra en los planes personales, pero ¿que pasa cuando esta obediencia no está dentro de nuestros planes o límites? De momento, si hablo en primera persona, siempre ha entrado dentro de mis esquemas, no sé como reaccionaré cuando tenga que obedecer algo que no puedo aceptar por mis propias fuerzas. Si alguna vez no obedezco, por favor, echarme este escrito en cara, os lo agradeceré mucho, a veces nos volvemos ciegos por culpa de nuestro pecado.

La obediencia es como una trufa, que cuando el buscador la encuentra, se alegra por su gran valor y porque se encuentra en pequeñas cantidades. ¿Por qué no estamos dispuestos a movernos a cualquier partede la provincia? Es más, hacemos votos dentro de una orden, extendida por todo el mundo ¿Estaría dispuesto a irme a cualquier parte del mundo tan solo por obediencia ciega? Si digo obediencia ciega, no obediencia dialogada, que es distinto.

Y la castidad, ¿Cómo damos testimonio de ella?Parece que es el voto que más llama la atención a la gente del mundo, y difícil de comprender, ya que el sexo ocupa un lugar privilegiado dentro la sociedad. Pero no todo se reduce a las relaciones genitales, la castidad va más allá, es un desapego del corazón, un vaciamiento interior, un desapego afectivo de las cosas y personas para poder así entregarse totalmente. Pero, ¿realmente estoy dispuesto a dar la vida siempre? ¿O sólo cuando no es la hora del partido de futbol, o la hora de mi santa siesta, o de mi telediario? Es más, ¿estoy dispuesto incluso a sacrificar si es necesario parte de mis vacaciones?

En fin, solo son divagaciones de un pecador como cualquier otro que expresa sus sueños de la vida religiosa, pero la vida real es otra. Un beso grande para tod@s.


2 comentarios:

nieveardia dijo...

Hola Xavi,aquí pasa una cosa.Bueno, dos cosas. Lo de la obediencia,pues mira,diréis lo que queráis pero la gente no nos enteramos de si sois obedientes o sois atraviliarios y libertinos...eso trapos se lavan en casa. A mi personalmente la gente obediente me da un poco de repelús...
Pero respecto a la castidad, si que podéis tocar las narices y mucho con ese temita. No porque no os caséis, que tambien, porque hay cada pájaro espino por ahí, de mucho cuidadín...el problema es mucho más sutil con lo otro, con lo del "desapego", la "distancia", el "no implicarse"...etc etc etc...todas esas cosas que explicas. El problema viene cuando vosotros tenéis "relaciones" de amistad "locales y temporales", según donde viváis en ese momento, os metéis en el bolsillo de la gente, en el corazón, en la vida, en las casas....os hacéis amiguitos...y como tenéis tanto desapego un día os largáis y si te he visto no me acuerdo. Esto existe y es así más o menos. Entonces dejáis a la gente bastante tocada. (Que conozco unos cuantos casos). Vosotros hacéis esos votos, pero la gente no los hace, y la gente quiere a sus amigos y no los olvida cuando se marchan. Yo por eso, y con perdón de quien me lea, y espero no ofender...las amistades con curas no me van mucho. No me van por lo que te digo. Porque ahora estáis, ahora desaparecéis, ahora sois amigos íntimos, y ahora no se sabe nada de vosotros...así que cuando veo que "congenio" mucho con alguno, lo mejor, poner tierra de por medio, no me vayan a hacer daño a la larga. No por mí, que se perfectamente donde están los límites y hasta donde se puede llegar, sino porque no quiero "querer" como a un amigo más, a alguien que con el tiempo...se va a alejar. Esto lo he hablado con amigos cercanos algunas veces. Amigos que no son ni curas ni monjas.Y que han sufrido ese cambio repentino de la amistad profunda al desapego total. Y no hay derecho.

Anónimo dijo...

Yo tambien pienso que el desapego a las personas puede hacer daño a los que no somos religiosos y queremos a los demas independientemente de si son curas o no.Yo no puedo ser amigo de alguien que cuando se vaya se va a olvidar de mi.