miércoles, 2 de diciembre de 2009

Las dos belenes


Pues sí, ya está a punto de nacer el niño Jesús, oh mejor dicho, nacer ya ha nacido hace 2015 años (ya que según los teólogos, Cristo nació 6 años antes de Cristo, que paradoja, aunque esto se debe al error del nuevo calendario), pero ahora recordamos, memoramos, y hacemos nacer de nuevo en nuestras vidas el nacimiento de nuestro salvador.

Pero, ¿nace siempre Jesús en nuestras vidas? El otro día estaba distraído en la misa, y me fije en el Belén que este año se ha realizado en nuestra capilla, es original, porque los pastores y los reyes magos están representados por nuestras fotografías, mi hermano Francesco ha tenido esta idea, y es muy creativa, aparecemos como figuritas de Belén, pero con nuestras ropas, significando que Jesús nace en medio de la comunidad que lo acoge, como nosotros nos acogemos unos a otros.

Entonces pensé, que en Belén se vieron dos actitudes muy distintas. Una, de rechazo, donde no le dieron posada, no quisieron que naciera en medio de ellos. La otra actitud fue de acogida, y no por casualidad, esta es la actitud de los pastores (gente humilde) y de los magos (sabiduría). ¿en que actitud estoy en estos momentos? ¿Le estoy preparando la posada para cuando venga? Quizá la vía de la humildad sea el mejor instrumento para reconocerlo y acogerlo,es decir, el descentramiento de uno mismo para darse a los demás, o en otras palabras, bajarse del burro, (que se quede detrás del nacimiento) para poder reconocer a Jesús en los demás.

Y si lo reconocemos, que no es fácil, lo podremos acoger y nacerán en medio de nosotros todos esos valores que están en la foto, en la figura de Jesús, (amor, vida, paz,...). Por eso sólo me nace este pensamiento en estos momentos: ayúdame a reconocerte. Que pueda salir de mi yoísmo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A veces somos de los que disponemos la posada para la acogida. Hacemos muchos preparativos para que todo salga perfecto, pero en el último instante nos entra la desconfianza, el miedo, y cerramos la puerta. ¡Para qué complicarnos! –pensamos-.

Otras veces, salimos al encuentro y en ello experimentamos una profunda paz y alegría… pero si nos falta humildad y verdadero espíritu de servicio, nos puede visitar la rutina y el desaliento.

Menos mal que el Señor es más inteligente que nosotros, y Él que conoce nuestra naturaleza humana, cada 365 días nos vuelve a dar una oportunidad para que lo acojamos “en el otro”.

Me uno a tu petición de humildad para reconocerle, y comparto con todos esta oración:
“Señor, que siempre esté pendiente de dar ayuda al hermano necesitado,
que yo sea agua para mi hermano sediento,
que yo sea asiento para mi hermano abatido,
que yo sea alegría para mi hermano triste,
que yo sea luz para mi hermano ciego,
que yo sea madre para todos mis hermanos.”