RECURSOS CARMELITAS
lunes, 26 de octubre de 2009
Siempre eres fiel
A veces no te quiero ver, pero siempre estás ahí, a veces no te quiero escuchar, pero tu palabra siempre resuena en mi corazón, a veces no te quiero tocar, pero tú no apartas tu mano de mi cabeza, a veces no te quiero ni oler, pero el perfume de tu amor siempre llena mi olfato, a veces no te quiero ni probar, pero el tenerte cerca me produce un buen sabor de boca. Gracias Señor por no abandonarme aunque yo me aleje de ti. Gracias Señor.
jueves, 22 de octubre de 2009
Rodearse de caricias
He descubierto por casualidad a este canta-autor, tiene canciones preciosas. Rodearse de caricias, que maravillosa frase. Olvidamos muy fácilmente este pequeño gesto en nuestras vidas. Que maravillosa acción, la caricia. ¿Acaricio el verdadero rostro de mi hermano? ¿O sólo lo veo a distancia? ¿Toco su verdadero rostro, con su imperfección y su belleza? Señor, enséñame a acariciar al igual que una madre hace con su hijo. Recibid una fuerte caricia.
jueves, 15 de octubre de 2009
Silencio, oración y lágrimas
Esta es la enésima vez que me siento delante del ordenador para intentar escribir algo. Siempre hago lo mismo, entre en mi cuenta de bloger, entro en el escritorio, clico en nueva entrada, y después no surgen las palabras.
Tenía muy claro que no podía dejar de escribir, pero en estos momentos no me fluyen las palabras. Estoy pasando una mala época, hay muchas cosas que quiero comprender y no puedo. Me han sucedido muchas cosas, algunas ya son conocidas, otras prefiero reservarmelas. Pero en estos momentos de dificultad, se han juntado varios acontecimientos desagradables, relacionados con la muerte inesperada de un hermano carmelita o el fallecimiento de la madre de otro hermano esa misma semana.
En esos momentos busco una razón, un porqué, una respuesta, .... y, nada, nada, nada, ante el sufrimiento, soy un cobarde, quiero huir, y mi respuesta es silencio y oración lagrimosa. Sí, tampoco sé que decir en esos momentos, pero el llorar y ponerse en manos del Padre creo que sea la oración más hermosa que pueda salir de mí. Como decía santa Teresa: "dame el don de lágrimas". Me cuesta llorar, sufrir con los que sufren, apoyar en los momentos de dificultad.
Son muchas las preguntas que hacen tambalear mi vocación. ¿Conozco verdaderamente a mi hermano, a ese que comparte mesa todos los días conmigo? ¿o al contrario, son verdaderos anónimos?¿Conozco sus preocupaciones, sus sufrimientos?¿Tengo momentos para escucharle y para ser escuchado con espíritu de verdad? ¿Cómo podré apoyar a las familias que sufren si soy incapaz de soportar el dolor?
Ante el sufrimiento, sólo pienso en estos momentos una palabra: cruz. Apoyarme en Jesucristo. Por eso quiero que este año sea especial para mí, quiero apoyarme en la oración más que nunca, quiero conocer el verdadero rostro de mi hermano.
Me gustaría que nuestras comunidades fueran semilleros de amor, y pudieran decir desde fuera: "mirad como se aman".
Queridos hermanos y hermanas, gracias por vuestras oraciones, quiero que sigan rezando por mí, más en estos momentos difíciles. Que me pueda reconciliar conmigo mismo, Que pueda aceptar mis debilidades, y sobre todo que tenga fuerzas para regresar al Padre, porque me siento muy distante. Reciban un cordial saludo.
Tenía muy claro que no podía dejar de escribir, pero en estos momentos no me fluyen las palabras. Estoy pasando una mala época, hay muchas cosas que quiero comprender y no puedo. Me han sucedido muchas cosas, algunas ya son conocidas, otras prefiero reservarmelas. Pero en estos momentos de dificultad, se han juntado varios acontecimientos desagradables, relacionados con la muerte inesperada de un hermano carmelita o el fallecimiento de la madre de otro hermano esa misma semana.
En esos momentos busco una razón, un porqué, una respuesta, .... y, nada, nada, nada, ante el sufrimiento, soy un cobarde, quiero huir, y mi respuesta es silencio y oración lagrimosa. Sí, tampoco sé que decir en esos momentos, pero el llorar y ponerse en manos del Padre creo que sea la oración más hermosa que pueda salir de mí. Como decía santa Teresa: "dame el don de lágrimas". Me cuesta llorar, sufrir con los que sufren, apoyar en los momentos de dificultad.
Son muchas las preguntas que hacen tambalear mi vocación. ¿Conozco verdaderamente a mi hermano, a ese que comparte mesa todos los días conmigo? ¿o al contrario, son verdaderos anónimos?¿Conozco sus preocupaciones, sus sufrimientos?¿Tengo momentos para escucharle y para ser escuchado con espíritu de verdad? ¿Cómo podré apoyar a las familias que sufren si soy incapaz de soportar el dolor?
Ante el sufrimiento, sólo pienso en estos momentos una palabra: cruz. Apoyarme en Jesucristo. Por eso quiero que este año sea especial para mí, quiero apoyarme en la oración más que nunca, quiero conocer el verdadero rostro de mi hermano.
Me gustaría que nuestras comunidades fueran semilleros de amor, y pudieran decir desde fuera: "mirad como se aman".
Queridos hermanos y hermanas, gracias por vuestras oraciones, quiero que sigan rezando por mí, más en estos momentos difíciles. Que me pueda reconciliar conmigo mismo, Que pueda aceptar mis debilidades, y sobre todo que tenga fuerzas para regresar al Padre, porque me siento muy distante. Reciban un cordial saludo.
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