jueves, 12 de marzo de 2009

Gracias


Es muy difícil expresar lo que siento en palabras, hay cosas que no se pueden expresar correctamente, superan los medios humanos. Estas últimas semanas han sido difíciles para mí, ya que he sufrido por gente querida, pero sobre todo, he sufrido por la enfermedad de mi hermano Pepe (Jose Luís).

Anteriormente ya hable del sufrimiento, y también hay un buen artículo de mi hermano David en su blog, pero ahora "te han visto mis ojos",el dolor se ha hecho carne en un ser querido. Nadie se lo espera, pero estos acontecimientos nos recuerdan que esta vida es pasajera, y que, a unos antes y a otros más tarde, el Señor nos llama a su lado, de Él venimos y a Él vamos. Muchas veces, como soy joven, no pienso mucho en estas cosas, pero ahí están los acontecimientos para recordarmelo. Permitidme que me diriga a Pepe, que le escriba una carta:

Hola Pepe:

Hace tiempo que no te veo, la última vez que te vi fue en el mes de septiembre, en la boda de mi mejor amigo, me acuerdo que me llamaste para que fuera contigo para que te indicara el camino para llegar a la parroquia en Castellón, cuando me despedí, no pensé nunca que fuera para un tiempo tan largo, pero ahora debo esperar un poquito más, pero nos veremos pronto.

Sólo puedo decirte gracias. Gracias por enseñarme a ser hermano. Mi primer recuerdo que tengo de ti, es antes de mi primera comunión, cuando recien llegado de República Dominicana, viniste a mi parroquia, un hombre alto y delgado. Me acuerdo mucho de estos años, me diste mi primera comunión, y me acuerdo, que meses después, no me había vuelto a confesar, y mi madre me llevo a tí, y recuerdo esa confesión mejor que la primera. No fui asustado, me recibiste con amabilidad, como siempre lo has hecho con todos los que te rodean, y aprendí mucho de Dios, porque me demostraste su mejor parte, el amor.

En esos años, poco a poco te fui conociendo, no tanto como hubiera querido, te descubrí en la comunidad neocatecumenal, en las comidas que compartiamos, en la amistad con mis padres, en las clases de religión en el colegio,... Años después, recibí muy mal tu traslado a la parroquia de Ayala en Madrid, dejabas tu querida Onda, y te ibas a la capital de España. Tengo que confesar que critiqué mucho al entonces provincial, pero todo después ha tomado sentido. Recuerdo muy bien una frase que me dijiste, cuando mis estudios no iban muy bien en el colegio, me dijiste: "ánimo, si tú estudias, y lo haces, tus esfuerzos surgirán fruto" años después se cumplió aquello que dijiste.

La distancia, no separó nuestra relación, recuerdo que al principio de estar en Madrid, nos acogias a toda la familia con los brazos abiertos, como siempre lo has hecho. También me acuerdo cuando nos acogiste en tu casa de Albacete, con tu madre. Nos trataste como parte de tu familia.

Nunca pensé que el destino nos llevara a recorrer el mismo camino de la vida bajo la misma vocación carmelita, pero he descubierto que ya me habías enseñado muchas cosas anteriormente, me enseñaste a ser hermano, a ser hospitalario, a entregarse por el reino de Dios,... es la mejor herencia que puedo recibir.

Son muchas cosas, muchos momentos que recuerdo, es imposible escribirtelas todas, tú ya las sabes muy bien, pero en estos momentos me quiero acordar del día de mi profesión. Ese día me ayudaste a ponerme por primera vez el hábito carmelita, espero que cuando esté a tu lado me ayudes también a ponerme al traje de luz (tiene que ser complicado ponérselo), y que en esta vida me ayudes a confeccionarlo poco a poco con los hilos de la luz.

Y tu testimonio final ha sido impresionante. Desgraciadamente lo he tenido que vivir en la distancia, pero son muchos los que atestiguan que afrontaste la muerte con alegría y paz, es más, la trasmitías a los demás, estabas convencido de celebrar la Pascua este año con el Señor. Yo, aunque confiese la resurrección de los muertos, tengo mucho miedo, ya me gustaría que me enseñaras a aprender esa sabiduría.

En fin, que has dejado este hotel, y te has ido a vivir a tu verdadera casa.Ya puedes ir aprendiendo todos los rincones, que cuando vaya quiero que me la enseñes y me hagas de guía. Bueno, solo decirte, que el mismo día que yo entraba por la puerta principal del Vaticano, tu entrbas por la puerta del cielo, mis puerta eran grande, majestuosa, la tuya pequeña y estrecha, porque solo pueden pasar por ella los humildes, y tú lo fuiste.

Bueno, recibe un fuerte abrazo e intercede por tu familia, hermanos, amigos... Nos vemos pronto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias hermano. Tu testimonio me hace llorar de nuevo. Los sentimientos me están desbordando. Me gustaría abrazarte y charlar. He intentado escribir sobre todo esto pero no tienen letras las lágrimas, no hay tinta posible que recoja el testimonio de José Luis.
Un abrazo. Nos veremos pronto.
Gracias por compartir esta carta con nosotros.

Anónimo dijo...

No, es cierto no tiene letras las lágrimas ni tinta el corazón dolido, José Luís el Padre José Luís una persona grande de estatura y de corazón, a mi me recibió con los brazos abiertos en más de una ocasión en Madrid. Ahora ya no esta con nosotros aunque esta a nuestro lado, por que su corazón era y es tan grande que no cabe en el cielo, por ello lo comparte con nosotros
Rafa Rodrigo

nieveardia dijo...

Chabi, me has hecho llorar. Yo no lo conocía pero estos días he oído hablar mucho de el.
Gracias por ser como eres.
1 beso

Anónimo dijo...

Leyendo tu carta, nos has traido muchos recuerdos, vemos como Dios hace maravillas y nosotros somos testigo de ello. Poco puedo añadir a las cartas y comentarios que he leido, pues lo fundamental y la esencia de esta gran persona ya la habeís mencionado. Solo quiero añadir que gracias a José Luis, mi matrimonio sigue y mi vida tiene muchisimo sentido, solo vivir para y con Señor, El me lo dió y El me lo quito, pero su huella nunca se borrara de nuestros corazones. Mi familia y yo hemos podido experimentar y ver como se desvivía por todas aquellas personas que le necesitaban, daba igual que fueran pobres o ricas, listas o menos listas, etc... que creyeran o que no, él siempre estaba ahí y tenía palabras y obras de aliento.... Podría contar tantas y tantas que no se acabaría nunca, por eso sólo me queda decir, que José Luis ya está disfrutando de la Vida Eterna, ya está gustando de las delicias del Reino y sólo puedo pedirle que rece por todos nosotros, que nos cuide e interceda por nosotros al Padre y, dile a la Virgen María que nos guíe en el caminar de cada día.
Familia Miguez Ventura