En estos últimas semanas, el mundo de la información está, al igual que en un partido de tenis, mirando hacia dos lados opuestos, hacia dos noticias que están revolviendo las tripas de cualquier ser humano. Me refiero como imagináis al conflicto bélico en Libia y los efectos del desastre natural acaecido en Japón.
En esta entrada sólo me voy a centrar en el jugador del Japón, en la técnica y estilo de juego que tiene este gran jugador, que sabe sacar un tiro del revés en los momentos más difíciles. El análisis del otro jugador (Libia) lo dejaremos para otra ocasión si llego a encontrar las palabras adecuados (tarea muy difícil delante de un conflicto bélico).
El querer buscar respuestas al por qué de este desastre natural, es una tarea vana, no podemos buscar culpables, sería una actitud infantil, sólo se debe actuar ante la situación. Y es en eso donde quiero hacer hincapié. Realmente me ha impresionado la actitud del pueblo japonés después del gran terremoto, del tsunami producido por éste y de la posterior crisis nuclear.
Es increíble cómo ante una situación caótica, han mantenido su escala de valores intacta, y el bien común ha prevalecido por encima del bien individual. Me explico, en similares situaciones, en otros países, seguidamente se daban casos de sabotajes, de subidas de precios, de desorden público por conseguir los bienes, y sin embargo, en Japón se ha respetado la propiedad privada y no se han dado (al menos en gran escala) casos de sabotaje, se han mantenido los precios, han aguando pacientemente largas colas para recibir los víveres necesarios para vivir. Luego ante el problema nuclear, han hecho caso en bajar el consumo de energía para no profundizar más la crisis, o incluso se cuenta que la gente ha abierto las casas para hospedar a aquellos que la han perdido.
El bien común es definido como "aquello que es compartido por y de beneficio para todos los miembros de una comunidad", y la actitud de los japoneses ha demostrado que son un pueblo unido con sentido común y una perspectiva comunitaria. Ahora damos un gran salto en el mapa, y nos ponemos en Europa, bueno, especificamos, nos ponemos en Italia y en España, que son los países en los que he vivido y por tanto puedo hablar desde la experiencia vivida. ¿Cual sería la actitud de estos ciudadanos ante las mismas circunstancias? ¿Puede una sociedad fragmentada tener una idea del bien común? ¿Puede una cultura impregnada de un individualismo egoísta tener vínculos de comunidad?
Las respuestas os la dejo a vosotros, pero ya imaginaréis por donde van las mías. Por cierto, el otro día, hablando del mismo tema con un compañero, me dijo en plan de broma, "eso es porque ellos los japoneses no son cristianos", pero ha sido una frase que me ha hecho reflexionar, y quizás en cierto sentido tiene razón y por otra parte no la tiene. No tiene razón porque en teoría el cristiano es aquel que sigue a Jesucristo, y Él es el ejemplo más claro de sacrificio por el bien del hombre, pero por otra parte, también es verdad que el cristianismo siempre ha pecado de poca fidelidad al mensaje evangélico, y por tanto se vive un cristianismo relajado, no consecuente con aquello que se profesa.
Buena nada más, nos os aburro más. Rezad por mí.
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