domingo, 5 de octubre de 2008

Un hombre llamado anónimo


Sí, ya sé que se ha escrito mucho sobre estas cosas, pero necesito expresar lo que siento desde que estoy en Roma. Estoy viviendo en estos momentos en un convento grande, con luz, agua, calefacción,... y sobretodo, compañía y alimento. Pero sólo bajar las escaleras del convento, todos los días me encuentro un hombre que duerme en la calle. ¿Cómo se llama? No lo sé. ¿Por qué no me acerco a él y hablo con él? ¿Miedo? ¿Orgullo?...

Son muchas las cosas que me rondan en la cabeza, y no sólo hay este hombre, entre semana,cuando voy al curso de italiano por la mañana, me encuentro con una fila enorme que vienen a tomar un desayuno caliente al comedor. Después los parques por donde paso, estan llenos de personas, porque son como tú y como yo. Y yo, ¿que voto de pobreza he hecho? ¿Es relativa? ¿Es auténtica? Estas cosas me desconciertan, y mi alma no está un poco atormentada, no sé si soy coherente con el estilo de vida que he tomado. ¿Se puede vivir de otra forma la pobreza?

Son muchas señales que he recibido estos días. En la lección de italiano, vi el film sobre San Francesco de Asís, verdadero ejemplo de pobreza. Luego toda la experiencia recibida este verano en la República Dominicana, y finalmente un cuento que me ha enviado una amiga hace unos días, que habla de esta temática.

No puedo pasar por delante de estas personas sin que mi corazón se contraiga, espero no acostumbrarme nunca, y que me sean indiferentes. Espero que aquí en Roma, donde por desgracia abundan, pueda encontrar la serenidad que necesita mi alma en estos momentos con respecto al tema. ¿Sería capaz de hacer como San Francisco? Creo que sé la respuesta, conozco mis limitaciones.

Perdonad otra vez estas pequeñas divagaciones. Un beso para ellas y un fuerte abrazo para ellos.

1 comentario:

LO QUE SIENTO dijo...

No es fácil lo que planteas. Muchas veces me lo he planteado yo también y aquí estoy, buscando. Ese anónimo que dices esta ahí en la calle y muchos no lo ven. Tú lo ves, es algo muy importante que yo he descubierto viviendo y participando con los grupos de jóvenes en el Campo de Trabajo. Verlo es importante. Acercarse también, quererlo como es será un avance, ayudarle en lo importante (sentirse querido, acompañado...) con una sonrisa cada día que pases cerca de él, conocerle por su nombre, saludarle... quizá un día cuando algo en su vida le haga tener un poco de lucidez acepte tu ayuda de verdad. Creo que verle es un gran paso. Nuestras ciudades están llenas de personas sin hogar, los sintecho que llamamos, que la mayoría no vemos, que creemos que forman parte del 'mobiliario urbano'.
Respecto a nuestro voto de pobreza no soy el más indicado para hablar de él ya que mis bolsillos están llenos de agujeros. Mi manera de vivirla es intentando cada día ser un poco más austero. Creo que me falta austeridad de vida, conformarme con los pares de zapatos que tengo, con las camisas que tengo y que no necesito más, economizando en los viajes, evitando el gasto superfluo de tantas cosas... La diferencia entre un rico y un pobre decía alguien una vez que se descubre a la hora de comer. Cuando llegas a casa de un pobre a comer te sienta a su mesa, reparte lo que tiene, te da un plato de comida caliente... Cuando llegas a casa de un rico y es la hora de comer te dice: 'otra vez que vengas a la hora de comer tienes que llamar antes ya que hoy no he podido preparar antes', y te vas sin comer. Me gustaría tener la libertad, la capacidad de compartir lo que tengo y lo que soy, la hospitalidad de estos pobres de la historia, cuando intento vivir el voto de pobreza de nuestra profesión religiosa.
Un abrazo hermano.