Le pedí salud para hacer cosas grandiosas, y me hizo frágil para que hiciera cosas mejores.
Le pedí riquezas para ser feliz, y me dio la pobreza para que fuera sabio.
Le pedí poder para ser admirado por los hombres, y me dio debilidad para que sintiera la necesidad de Dios.
Le pedí todas las cosas para disfrutar la vida, y me dio vida para disfrutar todas las cosas.
No tuve nada de lo que pedí, pero todo lo que esperaba, casi a pesar de mí mismo, mis silenciosas plegarias fueron escuchadas.
Soy el más rico en bendiciones entre todos los hombres.
("Seréis mis testigos" p.182-3)
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