lunes, 16 de mayo de 2011

Las crónicas de la vida nueva y mi primer capítulo

Ya empezamos otra vez, a la que me descuido, ya han pasado muchas semanas desde que escribí mi última entrada, pero al estar inmerso todo el día con el trabajo final de carrera y su consecuente teclear, no apetece mucho volver a apretar las teclas del ordenador, pero esta vez me he decidido a pesar del cansancio.

Sí, dos acontecimientos quiero destacar que me han sucedido durante mis "vacaciones" en España. El primero, fue la Pascua joven carmelita que pude vivir, junto con otros 70 jóvenes en el convento de Villareal. A veces no sabes las sorpresas que te prepara el Señor, os cuento. Antes de la Pascua, estaba leyendo los siete libros de las crónicas de Narnia, de C.S. Lewis, y realmente me encantaron, son libros que explican la teología con lenguaje sencillo adaptado a los niños y con un estilo exquisito. Pues bien, este año no me habían enviado ninguna información sobre el tema de la Pascua, y tampoco me habían pedido ayuda ninguna, pero cual fue mi sorpresa que al llegar a España, comentando a mi hermana que acababa de leerme los libros, me pregunta ¿pero no sabes que este año la pascua trata sobre las crónicas de Narnia? ¿Casualidad? No, no creo en ella.

Realmente,el conjunto de todos los factores, me ayudaron a vivir una Pascua estupenda, que me ha ayudado, como dice el último libro, a ir más arriba y más adentro. Ahí está el truco que estaba esperando para poder salir de esta noche oscura en la que me encuentro. Ir más arriba, para buscar a Dios y más adentro para conocerme a mí mismo, porque en el corazón del alma está Dios. Y no hay otro modo de salir si no es por la oración. Ahí tengo que insistir, aunque experimente aridez y nada de gusto en ella, pero esa es la puerta principal.

El otro acontecimiento que quiero destacar, es el capítulo provincial al que pude asistir en calidad de oyente (sin voz ni voto). No voy a entrar en detalles, a parte de que hasta que no salgan las actas, no se debería hacer público nada. Sólo quiero decir en voz alta un sentimiento que me viene a la cabeza. 
He comprobado que hay un salto generacional entre los frailes  del "68" (la generación post-conciliar) y los pocos frailes jóvenes de hoy en día. Simplemente tenemos formas de pensar distintos en lo que respecta el carisma carmelita. Sí, alabo mucho la tarea que se ha realizado en estos 40 años, pero personalmente creo (y es una opinión personal) que el modelo parroquia, parroquia y más parroquia, debe cambiar. 

Claro que las parroquias deben continuar, pero también abrir la posibilidad de poder vivir la espiritualidad carmelita de otro modo, porque al final todos los religiosos no nos distinguimos en nada, parecemos todos funcionarios del culto. 
Hace meses que estoy recibiendo hachadas por parte de mucha gente, incluso por parte de hermanos que viven conmigo, afirmando que la opción de estudiar Espiritualidad el año próximo, no sirve de nada. Pues yo creo sinceramente que sí, y opto por ello, y con mucho trabajo, porque  ya estoy cansado de los estudios, porque creo que me puede hacer bien a mi, a la provincia y a la Orden.

Luego, el modelo de macro parroquias, lo veo muy difícil de llevar adelante. Yo personalmente no podría vivir así mi fe, en un lugar donde no conozco los miembros de mi comunidad parroquial y compartimos el pan todos los domingos. Estoy convencido que la Iglesia en estos momentos difíciles, tiene que optar por vivir la fe en pequeños grupos, para poder vivir más intensamente la comunión de los hermanos, que es a lo que realmente nos lleva la eucaristía que celebramos, y donde el hermano no sea un anónimo con cara conocida, sino que sea un hermano que conozco a fondo, con sus debilidades y defectos, pero la pueda amar así, y que podamos estar unidos en la oración en los momentos difíciles.  Y optar por la formación en los laicos, darles de beber también de nuestra espiritualidad, que es muy rica y que ha producido muchos frutos. Pero,¿cómo se va a amar lo que no se conoce?

No podemos continuar anclados con los modelos de hace treinta años. El otro día estuve en una misa en mi pueblo, que era para los jóvenes, y las canciones eran las misma que hace 25 años cuando yo era un niño. Pues eso sólo es un detalle,debemos cambiar la frecuencia de radio Iglesia para poder sintonizar con los jóvenes y su lenguaje. Tenemos que hablar de Dios con el lenguaje que habla el mundo y con un discurso razonado.

Ya me he enrollado, seguramente he expresado mal lo que quería decir, y muchas cosas se me han quedado en le tintero, pero ya empieza el teclado a echar humo... Un fuerte abrazo a todos.

2 comentarios:

LO QUE SIENTO dijo...

Querido hermano, paz y bien.
¡¡Que valiente eres!!
Gracias.
¿Qué significa 'servir'? A todos aquellos que te dicen 'no sirve para nada', hazles esa pregunta. Fijate en su respuesta y dónde la sitúan. No respondas, les dará vergüenza escuchar su respuesta. Estudiando espiritualidad, que es lo que te gusta y quieres, puedes ayudar mucho. Lo vas a hacer. La parroquia no es nada sin espiritualidad (sin ella sería un sitio de burocracia, de 'oficialidad', de apuntar y desapuntar, de hacer y deshacer), tampoco el colegio o la pastoral juvenil deben estar carente de ella (serían mero entretenimiento o almacen de conocimientos). Nuestro trabajo, nuestra presencia en este mundo, cada vez necesita más espiritualidad: ver las huellas de Dios, su presencia (Espíritu) en las personas, cosas, gestos, propuestas, encuentros de la vida cotidiana. Ser capaz de dedicar dos años de tu vida para que nos ayudes a mirar de esta manera la vida que nos rodea es una muestra más de tu valentía, de tu generosidad y de tu servicio.
¿Parroquias? Solamente para servir a la Iglesia. Nuestra vida religiosa debe ser eso, servir a la Iglesia allí dónde más nos necesita. No somos nosotros los que necesitamos parroquias, es la Iglesia la que nos pide atenderlas, cuidarlas, guiarlas... Nuestra necesidad, nuestra identidad la da la vida fraterna, la radicalidad en el seguimiento de Jesucristo y con desapegos constantes (cambio, disponibilidad, camino, moverse...), la oración como experiencia de encuentro intimo con Dios, el trabajo generoso y desinteresado con los últimos... ¿Parroquia? Quizá no sea el instrumento mejor para desarrollar lo que somos. ¿Nos necesita la Igleisa? Adelante, una y mil... pero si está adquiriendo una dimensión en el corazón de nuestra vida religiosa y carmelita... ¡¡Cuidado!! Está usurpando nuestra identidad. Puede surgir una pregunta: ¿de qué comeremos?. Como siempre lo hemos hecho: de nuestro trabajo y de la limosna o regalo de los otros. Ambas cosas poniéndolas en común (esto último no es cualquier cosa).
Podría seguir pero es un comentario nada más.
1000 gracias.

Unknown dijo...

Gracias hermano, tu comentario ha enriquecido mucho el post. Un fuerte abrazo y seguimos unidos en la oración.