lunes, 9 de diciembre de 2013

Presentación personal

Os dejo un artículo presentación que he escrito para la revista de la parroquia donde ahora estoy destinado. 



Querido lector:

Se me ofrece la posibilidad de presentarme a través de la revista de San Isidoro y creo además que es de justicia presentarme, ya que pertenezco a esta comunidad carmelita que desde hace más de cincuenta años lleva adelante la parroquia en la que caminas y compartes tu fe con los hermanos.

Me llamo Javier, aunque muchos también me conocen por mi nombre de pila, Xavi, tengo 34 años, soy de Onda (Castellón), un pueblo con una tradición carmelita muy antigua. Mi padre ya está jubilado y mi madre trabaja en el ayuntamiento. De mis padres he recibido grandes cosas, me han enseñado a ser generosos, hospitalarios, las puertas de mi casa siempre estaban abiertas a todas las personas, en la medida en la que hemos dado, hemos recibido, me han enseñado a estar siempre disponible a ayudar, a ver las necesidades de los demás, a vivir con sencillez, a cuidar los lazos familiares,… pero lo más importante, con su testimonio de vida, me han enseñado a poner a Dios en el centro de mi vida, ellos lo han hecho a pesar de las dificultades, y esa es la mejor herencia que puedo recibir de mis padres. Tengo dos hermanas, las dos menores que yo, y ambas están implicadas en el colegio y parroquia carmelita que tenemos en Onda. Yo también estudié en nuestro colegio carmelita, y desde bien pequeño participaba junto con mi familia en las misas de la parroquia.

Es una parroquia pequeña, familiar, cercana, en la que han pasado grandes carmelitas que han dejado huella en mi vida. Seguramente, y desde la gran perspectiva que da el tiempo para entender mi historia de salvación, el ejemplo de estas personas que he encontrado en la parroquia a lo largo de mi vida han sembrado una semilla en mi vocación, sin olvidar que la vocación es un don de Dios que la persona tiene que acoger.

Y si es verdad que la llamada de amor a seguirle más de cerca viene de Dios, y es el hombre el que debe saber escucharla y acogerla, las circunstancias humanas ayudan mucho a favorecer un clima para poder realizar la voluntad de Dios en nuestras vidas. Digo esto, porque hay un hecho que cambió a nivel familiar nuestra relación con Dios, profundizando la fe que profesábamos a través de un camino de iniciación cristiana.

Cuando tenía alrededor de nueve años, se nos invitó a hacer las catequesis de inicio del Camino Neocatecumenal, y este hecho nos ayudó a vivir más plenamente nuestra relación de amistad con Dios y nuestro sentido de comunidad parroquial. Todo ello fue una herencia, un memorial que recibí desde pequeño, y que quise emprender por mi cuenta cuando libremente, a los quince años quise hacer esas mismas catequesis que habían hecho mis padres años atrás para poder renovar mi fe bautismal, a través de la lectura de la Palabra de Dios, la Eucaristía y la convivencia con los hermanos de comunidad.

Después de terminar mis estudios en nuestro colegio carmelita, continué en el instituto de mi pueblo, fue una época difícil, donde mis limitaciones con los estudios me pusieron en mi propia realidad, teniendo que repetir dos cursos y separándome de muchos de los compañeros con los que había crecido. Mientras tanto yo continuaba también mis estudios en el conservatorio de música, era miembro de la banda de música y participaba en el grupo Scout de mi población.

La rebeldía de la adolescencia y la arrogancia de la juventud también hicieron mella en mi vida, no creáis que era un santito que estaba en casa rezando el rosario todos los días, también como joven he abusado de la noche y del alcohol, de hecho una noche de fiesta fue el detonante de mi cambio de vida, pero eso lo contaré más adelante.

Terminada mi época de estudiante en el instituto pasé a estudiar en la universidad Jaime I de Castellón, la diplomatura de Gestión y Administración Pública, no era mi carrera soñada, pero mi nota media no llegó para aquello que quería y la situación económica familiar tampoco estaba para poder desplazarme a otra ciudad. Así que emprendí esta carrera, que terminó gustándome en cierta manera, porque era la antesala de unas futuras oposiciones que me aseguraban el futuro, o eso pensaba yo. Con el tiempo he descubierto que estaba buscando seguridad, para contrarrestar mi inseguridad, soy un chico muy inseguro, tímido e introvertido, con mis dificultades en los estudios, sin embargo el Señor a veces se sirve de instrumentos inútiles para hacer cosas grandes

Terminado mis estudios en la universidad, me dediqué a opositar, fue un tiempo duro, de pasar de una gran actividad, a tener que estar a solas muchas horas al día, un tiempo de soledad, en la que caía en la ociosidad. Los frutos no llegaban, no aprobaba las oposiciones, y mi mundo ideal se derrumbaba. Empecé a trabajar temporalmente en alguna fábrica de azulejos, y también algunas horas en una frutería.

A todo eso, yo continuaba caminado con mi comunidad neocatecumenal, y acudiendo a la parroquia para ayudar con mi servicio de catequesis de comunión y también de confirmación, grupos de oración parroquiales, el coro parroquial,… Pero en el fondo me sentía vacío, porque mi historia no iba como yo quería, me gustaría tener un buen trabajo, una novia,… Todo ello me creo un vacío interior, porque realmente, a pesar de estar tantas horas en la parroquia, no había tenido un encuentro personal con Cristo, lo conocía intelectualmente pero mi corazón estaba cerrado a escuchar su palabra.

Todo eso me llevó a intentar llenar ese vacío, pero nada me saciaba. Un día, celebrando la patrona de los músicos, santa Cecilia, después de haber pasado toda la noche del sábado bebiendo y continuando el domingo con una comida, me tuvieron que llevar mis amigos, un domingo por la tarde, totalmente borracho a mi casa. No me acuerdo muy bien de muchas cosas, pero hay una frase que dijo mi hermana pequeña, que tenía diez años en ese momento, cuando me llevaron a casa, “¿qué le pasa al “tete” mamá?

Esa pregunta me rondó por la cabeza mucho tiempo “¿Qué me está pasando?”. Un día me derrumbe hablando en mi comunidad, me di cuenta que no aceptaba mi vida, que estaba tocando fondo. Ese día estaba el párroco presidiendo la celebración, en esos momentos era el P. Luis Gallardo, que también ha estado en esta comunidad de Valencia. Hablando conmigo, me invito a acudir a misa todos los días, y a dialogar con él.

La verdad es que yo nunca me había planteado ir a misa todos los días, si es que en el fondo decía “si van solamente cuatro abuelas”. Pero fue un gran descubrimiento, la eucaristía tomó un nuevo sentido en mi vida, y cada vez iba con más celo a la misa de la tarde. Al abrir mi corazón, empecé a escuchar una voz que me decía, “ven y sígueme”. Y es verdad, no son alucinaciones, es una voz interior que me martilleaba todo el día. También empecé a leer lecturas espirituales que me ayudaron poco a poco a entender lo que me pasaba, el Señor me estaba llamando fuertemente y yo me resistía.

Un día, el P. Luis me invitó a acudir a conocer nuestro seminario carmelita de Salamanca. Así que en el mes de febrero, acudí a la preciosa ciudad del Tormes para conocer cómo vivían el carisma carmelita esa comunidad del seminario. Fue una experiencia impactante, un grupo de jóvenes que me acogieron con los brazos abiertos, me impresionó la fraternidad que se respiraba en el ambiente, la alegría con que se vivía, la forma de rezar, lentamente y con solemnidad, dejando espacios de silencio para poder escuchar a Dios. Durante las dos semanas que estuve, pude leer la regla Carmelita, las Constituciones, y algún que otro texto más que ahora no recuerdo. Ello me ayudó a comprender la belleza del Carmelo, en el que se equilibra de forma maravillosa la acción y la contemplación, y todo ello a través de la oración, la fraternidad y el servicio.

Estamos en el año 2005, ese año coincidía con la Jornada Mundial de la Juventud en Alemania, fue justamente esa peregrinación de jóvenes el empujón último que me ayudó a dar el paso decisivo para tomar un camino de vida muy distinto del que toman muchos jóvenes hoy en día. Elegí tomar el camino de la pobreza en medio de un mundo capitalista que no se cansa de decirnos que tenemos que consumir cada día más. Elegí vivir la castidad por el Reino de los cielos en medio de esta sociedad que vive una sexualidad desenfrenada, donde ha pasado a ser el “opio del pueblo”. Y finalmente opté por la obediencia cuando hoy en día lo que importa es siempre mi propio pensamiento y opinión, sin someterme a nadie. Y todo eso lo elijo por amor a Jesucristo, para seguir sus pasos, y poder ser merecedor de llegar a la cumbre del Monte Carmelo.

El quince de septiembre de 2005 tomé un autobús camino a Salamanca para entrar en el seminario, a empezar una nueva etapa de mi vida. En Salamanca estuve tres años, dos años de estudios filosóficos y uno de noviciado. Fueron unos años llenos de felicidad, sobre todo el año del noviciado, fue un tiempo de gracia, donde realmente me sentía cercano a aquel que me enamoró con su llamada.  

Después me enviaron a Roma a hacer los estudios teológicos, empezaron también a derrumbarse ideales, no todo era un camino de rosas en la vida religiosa. Primero me sacaron de Salamanca donde estaba tan bien, a un país extraño para mí, donde otra vez mis inseguridades afloraron, tenía que aprender a expresarme en un nuevo idioma, a aceptar otras mentalidades y otras formas de vivir el carisma carmelita, tuve que adaptarme a vivir en un convento donde vivíamos muchos jóvenes carmelitas de distintas nacionalidades, donde todo era más impersonal, donde otra vez me encontré con mi soledad. Los primeros años fueron de purificación personal, que me ayudaron a buscar realmente lo que verdad importa, mi relación personal con Dios, y a no poner mi corazón en afectividades y en estructuras exteriores.

En Roma estudié teología y también la licencia en teología espiritual, todo ello en la prestigiosa Universidad Gregoriana. Esto lo digo, no para vanagloriarme, sino para que veas como Dios construye la historia. Toda las dificultades que tuve con mis estudios desde bien pequeño, de hecho quise dejar los estudios ya con catorce años, harían imposible pensar que terminaría haciendo una carrera civil, y después ocho años más de estudios teológicos de gran nivel.

Finalmente, pude terminar este proceso de estudios, en lo que lo más importante no es el contenido material que uno pueda aprender, sino más bien, en este tiempo, uno aprende a madurar su relación íntima y personal con Dios, ya sea a través del estudio, ya sea a través de la oración. Durante todo este proceso vocacional, empecé a avanzar en el camino. En primer lugar hice mis votos simples después de terminar el año de noviciado, en el 2007, donde a través de la profesión temporal, me comprometí a seguir a Jesús con los votos de la vida religiosa. Más tarde, en el 2011, y a pesar de las dudas que surgieron por el camino, decidí dar el paso definitivo con la profesión solemne, cuando entré definitivamente y de por vida en la Orden del Carmen. En el 2012, me ordenaron diácono en esta misma parroquia de San Isidoro, y  el cinco de julio de este año me ordenaron sacerdote en mi pueblo natal, en Onda.

Llegué a la parroquia el pasado nueve de octubre, siendo mi primer destino, siendo casi desconocida para mí la parroquia y la ciudad. Me han encomendado la tarea de vicario parroquial para ayudar al párroco, en la medida de mis posibilidades y de mi inexperiencia, de momento mi primer año lo quiero dedicar para ver y escuchar, para poder conocer la parroquia. Si después continúo en la parroquia, tenemos capítulo provincial en abril y nos pueden cambiar de destino, juzgaré si puedo aportar algún cambio en la pastoral práctica, y finalmente, con el consentimiento de la comunidad carmelita, podré actuar.

A parte de ser vicario parroquial, estoy de sacristán, llevando la gestión de la sacristía, también estoy encargado de la pastoral vocacional y de los grupos de jóvenes. Eso en lo referente al trabajo parroquial. Dentro de la comunidad, soy el bibliotecario, y estoy catalogando los libros e insertando los datos de todos los libros en la red de bibliotecas carmelitas, a parte estoy organizando el archivo de la casa. A nivel provincial estoy intentando llevar adelante la renovación de la página web de la provincia y ayudando a lanzarnos en las social network, que todavía no hemos empezado con este trabajo seriamente.

Se habla de nueva evangelización, y sin lugar a dudas, la mejor evangelización es el testimonio de una vida santa, pero hoy en día creo que evangelizar a través de las redes sociales es muy importante para hacer llegar el mensaje cristiano a los más jóvenes. Nuestras provincias carmelitas de EEUU han comprobado que la mayoría de las jóvenes vocaciones que han entrado en el seminario, encontraron la espiritualidad y el carisma carmelita a través de las redes sociales.

Quisiera terminar con una llamada personal a aquellos jóvenes que puedan leer estas líneas de esta humilde revista. No sé cómo ha llegado a tus manos esta revista, la cogiste en la parroquia, o quizá algún familiar la ha traído a casa. Solamente quiero decirte, que Dios no defrauda, de todo lo que se nos ofrece en la sociedad hoy en día, lo único que satisface es un encuentro personal con Cristo en nuestras vidas.

Es difícil responder con un sí a la llamada de Dios, tantas veces la hiperactividad con que nos movemos nos impide escucharlo en nuestro interior, la sociedad en la que nos movemos ve con malos ojos todo signo que hable de Dios, nadie habla de temas de Iglesia si no es para criticarla o atacarla. Yo te invito a que no tengas miedo, a que seas testimonio de Dios con tu vida, con tus palabras y obras, y si además crees que el Señor te está llamando a seguirlo de cerca, imitando su vida, te invito a que hables con alguno de los sacerdotes, quizá una palabra pueda cambiar tu vida.

Fraternalmente vuestro hermano en Cristo Jesús.

P. Xavier Varella Monzonís, O. Carm.
Parroquia de San Isidoro Obispo, Valencia
14 de noviembre de 2013.